Horas o segundos, tortazo o beso, optimismo o pesimismo, no hay canción, no la hay, solo un silencio relativo y en frente mi ordenador, con sus mil carpetas desordenadas, como mi mente, como su dueña. Las teclas me miran tentadoras, suaves, cuadradas me incitan subliminalmente a que las pulse, no es un hobbie, es ya la necesidad de expresar algo, cualquier cosa, no encuentro la manera de mostrar lo que quiero, pero en realidad tampoco está claro el qué es o qué son. El negativo corre en blanco y el final cada vez esta un poco más cerca, pero pensar así sería ser demasiado pesimista y hoy no es un día gris, de madrugada no lo era y técnicamente ya era el día de hoy así que diré mejor que mi negativo no es blanco ni negro, simplemente es, capta todos los espectros de luz incluidos los que el ojo humano no puede ver, porque a veces, sin necesidad de verlo, siento luz ultravioleta o infrarroja, ¿sinestesia? No creo, aunque a veces si que pienso que soy un poco sinestésica, me parece curioso intentar ver sonidos o oír colores y muchas veces, de hecho, lo consigo sin pretenderlo, lo mejor es ver las reacciones de la gente cuando dices ''sabe a suave'' por ejemplo. Hay mentes que por más que lo intenten su imaginación no da más de sí y sinceramente siento verdadera pena por ellas. Pero mi película nadie la entiende, ni la directora misma, grabo neorrealismo italiano al más puro estilo Truffaut en la Noche Americana, guión abierto, pero lo que da miedo es cómo sin haber escrito una frase en el guión tu ya la has dicho previamente.
El problema son precisamente las limitaciones, si te emocionas y no pones ninguna empiezas a delirar y los delirios, vaya, todo el mundo tiene, pero quizás en un alto porcentaje puedan derivar en demencia, aunque sin un poco de locura la vida sería demasiado aburrida. Pero no me gusta la primera definición de locura en la rae, dícese de ''privación del juicio o del uso de razón''. No estoy de acuerdo. Sin embargo la tercera -en discordia- me convence un poco más; ''Acción que, por su carácter anómalo, causa sorpresa''. Sí, esa me gusta más, porque considero la locura como una forma de pensar fuera de lo normal y normal es una palabra que no me gusta, porque ¿a qué se le considera normal? Supuestamente es algo que se encuentra en su estado natural ¿no? Natural...en el comportamiento humano tenemos demasiado establecidas las reglas de lo que es natural y de lo que no, cuando, en realidad nosotros mismos hemos pautado esas mismas ''reglas de la normalidad''.
Una pizca de locura me parece sana, como el orégano a la pasta, la sal y limón al tequila, las sombras al dibujo, las almendras al chocolate, los filtros a la fotografía, la nata a las fresas, el bajo a una canción...es necesario sorprenderse, inventarse, reinventarse y volverse a inventar, creo que así se alcanza esa felicidad casi utópica, momentanea, en solo instantes de locura, fuera de lo que se conoce como ''normal'' ¿a que ya no es tan agradable esa palabra? Lo que frena a la felicidad es el miedo, miedo a lo desconocido, a que le de la luz a nuestra película individual y velarla, por eso, cuando mostramos alguna secuencia de nuestra vida a alguien no tiene porqué comprenderlo siempre y con comprender no me refiero a entenderlo lingüísticamente sino empáticamente y que alguien lo comprenda o no, no es siempre directamente proporcional al nivel de empatía que tenga cada persona, no, sino a si la persona sabe poner la luz adecuada detrás del negativo para ver bien las imagenes, tan solo hay que escoger bien la luz.
Las personas a las que había decidido llevar a un lugar suficientemente oscuro de mí para no velar el carrete no supieron escoger bien la luz que poner detrás del negativo, en realidad nadie lo sentirá igual que la persona que lo graba y dirige y digo sentir porque no es lo mismo que si solo digo ver, ver como verbo, se queda corto, muy corto, al fin y al cabo sentir lo engloba, pero se pueden llegar a hacer una idea más o menos acertada y eso no lo notas solo en lo que te digan sino en la forma de decirlo y la energía que desprenden al hacerlo. No necesito que me digas nada, eso es lo curioso, aunque desgraciadamente he dependido demasiado tiempo de las palabras y les he otorgado una importancia excesiva en el pasado, podría echar la culpa a segundas personas, pero en realidad quien se dejó convencer de darles ese significado, fui yo, así que la culpa en realidad es mía, si fue indirectamente o directamente, eso ya da igual. A veces con enseñarte un pequeño trozo de ese acetato de celulosa parece que te haces mas a la idea de lo que soy o he sido incluso que yo misma, parece que tengas más claro quién soy que incluso yo, quizás sea porque hayas escogido una luz poco adecuada aunque no tengo esa sensación, puede que estemos en la misma frecuencia pero en distintos tonos, quien sabe.
Alguna vez (más de las que quisiera reconocer) quiero dejar de existir y me pregunto quién me echaría de menos si me fuera y durante cuánto tiempo lo harían, ese nudo en la garganta y esa especie de conciencia que te dice que no vales nada, que resultas nociva para quien se acerca demasiado y otra vez el bajón, ¿de qué sirve? De nada. Absolutamente de nada. Sé que nunca podré decir que no me volverá a pasar porque no lo sé y estaría mintiendo, pero por ahora, a ratos, me da por perderme en tu frecuencia y tono, dejarme llevar y olvidarlo todo, envolviéndome en tu energía y nada más, ¿es una droga? Sí, claro que lo es, efectos; adicción y quizás hasta dependencia emocional. Pero ¿qué mas da? Carpe diem quam minium credula postero.
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