Este dolor, no cesa, no para, desgarra sin piedad, lo vuelve todo ruido, le quita las ganas de vivir y claro que hay cosas peores, pero esta es una tortura sutil, que viene y va. Si ella pudiera cambiar algo no hubiera patinado ese día...hasta cuándo..? El frío lo acoge en su seno haciéndolo gritar hasta alcanzar frecuencias insoportables. Luego esta ella, un juguete roto de esos que suenan mientras pasan diapositivas de imágenes; no ha podido enseñar su melodía al mundo, lleno de pintura de mil tonos, de mil palabras sin guión, a punto de explotar...pero el soporte donde se colocan las pilas esta roto, estaba roto incluso antes de que pudiera funcionar.
Curioso quien le cree conocer, pero lo cierto es que nadie lo hace, ni ella misma, a veces la gente tiene más claro quien es o deja de ser que ella misma, no le parece tan incoherente visto así, pero lo es. Prescindible. Esa palabra se repite constantemente en su cabeza, susurrada al oído por ese humo negro que no se va, que siempre esta ahí, a veces se aleja para que pueda sonreir, pero nunca se va y cuando cree que lo hace y por fin se siente feliz aprovecha cualquier momento de soledad para hacer acto de presencia y recordar que no se ha ido, dirigiendo una media sonrisa torcida a la soledad que se muestra irónica y burlesca.
No deja que nadie se acerque demasiado, es como una planta carnívora que espera a que un mosquito se pose en su boca abierta, solo que ella en vez de cerrarla y devorar enloquece hasta el punto de que son los propios mosquitos los que se quieren quitar la vida. No es su intención, el fuego no tiene la culpa de que la gente se queme con sus llamas, no puede no quemar, intenta convencerla que no sea así, no habla tu idioma, no habla ningún lenguaje en realidad, no puedes intentar comunicarte con algo sordo, esto genera la segunda palabra más reiterada; impotencia.
Se dice que nunca se deja de crecer, nunca se deja de morir. Crece mientras mueres y probablemente cuando hayas crecido lo suficiente ya te hayas muerto, no, pero es demasiado pesimista pensar así, quizás ella sea de otro tipo de naturaleza, nada le parece ser como debería, es todo demasiado corrupto, materialista, egoísta, obsceno, injusto, interesado, frío, calculado. Ella mismamente no debería ser así, debería ser mejor y no puede decir que lo haya intentado todo porque estaría mintiendo, pero su circuito esta roto, no puede ponerle pilas, no sabe si siempre ha estado destruido o cuándo se rompió pero por eso se evade porque no puede con esa tristeza para consigo misma y el mundo y no quiere arrastrar a nadie al precipicio donde ella esta siempre al borde, quizás debería alejarse una temporada de quienes son importantes ahora para ella, quizás de una persona más concreto que otra.
Se acerca tormenta y eso lo sabe, pero puede durar días o meses hasta que sea capaz de alejar esa sombra, esa mancha negra, agujero espacial por el que se filtra el amor propio, puede que no haya hecho un acto de presencia como la última vez pero se vislumbra entre nubarrones y es injusto pero ella es viento, se deja llevar por la electricidad que provoca el choque de dos masas densas de vapor de agua...ahora observa con mirada gris el horizonte...su rostro se ilumina a la luz de un relámpago...quizás sea solo el día lo que le ha hecho pensar en la sombra. Luego piensa en el último abrazo que dio de verdad, hace menos de un día y parece que hay menos truenos, después hace acto de presencia una nube negra en el horizonte y con ella, el miedo, miedo de volver a casi enloquecer a alguien que le importa, piensa en la puta canción de los Beatles, where comes the sun...jamás pensó que aunque sea por un momento no la pudiera soportar.
Inexplicablemente al final del día aparece un rayo de luz, ha podido ayudar a alguien que aprecia, ya no se siente tan despreciable, inútil y prescindible...no tanto. El miedo y autodesprecio se disipan un poco, de los ojos a la boca, saladas, siempre saladas, ya no se oyen truenos.
Inexplicablemente al final del día aparece un rayo de luz, ha podido ayudar a alguien que aprecia, ya no se siente tan despreciable, inútil y prescindible...no tanto. El miedo y autodesprecio se disipan un poco, de los ojos a la boca, saladas, siempre saladas, ya no se oyen truenos.
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