lunes, 9 de septiembre de 2013

Fantasmas sin corcho

En otra vida aparentemente remota, entre el verde brebaje bohemio reí
también enloquecí en delirios, bailé en psicodelias y lloré entre tormentas.
No había expectativa alguna pero he de decir que no vi hada alguna;
tampoco podría recordar ya que no estoy segura de si fue sueño o realidad.

Ahora el cristal que le daba forma yace por error a piezas en un contenedor,
solo queda el cartón que lo contenía y mi pregunta es; ¿reciclamos pues?
La bonita botella descansaba en una estantería y su corcho contenía fantasmas
al romperse, esos espectros de anís mentolado corrieron libres por mi mente.

He tenido arcadas de felicidad y resacas de realidad a grandes dosis
es curioso pensar qué botella ha usurpado el puesto de la bebida francesa
e irónico que un pasado tan aparentemente lejano la prefería al licor alemán.

Cuando imaginé en como se había hecho añicos la vena de mi sien palpitó
cuando me hube calmado contemplé el rincón vacío, lleno de polvo,
sin pensar siquiera a los segundos ese hueco estaba ocupado, sin cartón.

Pensé entonces en que el cristal es una buena celda para los fantasmas,
amortigua sus voces hasta volverlas mudas pero gritan al hallarse sin corcho
y si hay más alegría que tristeza entre sus delicados vidrios se hace notar
cobró pues, más fuerza la idea de las firmas aparentemente un vanal sinsentido.

Cuesta rechazar objetos vinculados a recuerdos, por ello la oscuridad
y el polvo se hará cargo de la caja contenedora de la bebida bohemia
que encontró una mejor sucesora, sin lágrima alguna y con algún licor aún.
Así que, RIP a la supuesta hada verde de dicho embotellamiento. Sigue al ciervo.

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